Como cada día dentro de la religión católica, este jueves 13 de julio se conmemora al santo San Enrique II, emperador, quien forma parte de estas figuras santas a las que se les atribuyen milagros y protección a sus fieles seguidores.

En esta ocasión se conmemora al santo San Enrique II, quien se desempeñó como gobernante y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XI; este personaje nació en Baviera, Alemania, en el 973 y tomó el mandato de su gobierno en 1014, un lugar que no soltó hasta su muerte en 1024, con diez años en el mandato.

Entre lo más notable de su gobierno estuvo el apoyo que le brindaba a la iglesia católica, así como el fortalecimiento del poder imperial; la razón por la que se le recuerda en la religión católica es por su fervor religioso, lo que le permitió ser canonizado en 1146 como santo por la Iglesia Católica.

Durante su mandato de diez años se realizaron varias labores en pro de la iglesia católica, como la construcción de iglesias y monasterios y la creación de reformas eclesiásticas. Fuera de la iglesia también buscó fortalecer el poder que tenía el imperio, expandiendo su territorio sofocando rebeliones en su interior.

El reinado de San Enrique II sirvió como ejemplo para el posterior mandato del Sacro Imperio Romano Germánico debido a su forma de dirigir, pues se le consideraba una persona comprometida con la justcia y la paz, siendo respetado por todos dentro de su gobierno.

Cada 13 de julio se le recuerda en memoria de su muerte al haberse convertido en patrono de los monarcas. A San Enrique II se le recuerda como un ejemplo de santidad y un goberante totalmente cristiano. Fue el Papa Eugenio III quien se encargó de canonizarlo más de 100 años después de su fallecimiento.

Evangelio del jueves 13 de julio

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 10, 7-15:

"En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: 'Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: 'Que haya paz en esta casa'. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad."

JAP