Reutiliza como un experto: el sorprendente uso decorativo de las bandejas de horno

En casi todos los hogares hay objetos a los que cuesta decirles adiós. Las bandejas de horno son un ejemplo clásico: aunque estén desgastadas, rayadas o con restos imposibles de quitar, solemos conservarlas por años. ¿Por qué? Tal vez por la idea de que "algún día" volverán a ser útiles o simplemente por no querer desechar algo que nos acompañó tantas veces en la cocina. Pero lo cierto es que la mayoría termina acumulando polvo o, en el peor de los casos, olvidada en un rincón.

Aquí es donde entra en escena el método DIY, una filosofía de vida creativa y sustentable que nos invita a reutilizar con ingenio. Ya sea por conciencia ambiental o por apego emocional, transformar objetos que han cumplido su ciclo en nuevas piezas funcionales o decorativas se ha vuelto una tendencia cada vez más popular. Y lo mejor es que no se necesita ser un experto en bricolaje para lograrlo.

Cómo reutilizar bandejas de horno y darles una nueva vida

Las bandejas de horno pueden convertirse en una decoración espectacular para tu jardín. Solo necesitas algo de imaginación, pintura y ganas de crear. A continuación, te compartimos una forma sencilla de transformar esas piezas en originales figuras que llenarán de color tus espacios exteriores:

• Limpieza profunda: retira cualquier resto de grasa u óxido. Puedes ayudarte con vinagre o bicarbonato para dejar la superficie lista.
• Elige una paleta de colores: piensa en el entorno de tu jardín y qué animales te gustaría representar: una mariquita, una tortuga o incluso una abeja pueden ser una gran opción.

• Pinta la base: aplica una capa de pintura del color dominante del diseño. Deja secar bien.
• Agrega los detalles: con un pincel más fino, dibuja los patrones del animal que hayas elegido.
• Protege tu creación: aplica una capa de sellador para exteriores si la decoración estará expuesta al sol o la lluvia.

Del horno al jardín: una nueva función para un viejo objeto

Este tipo de reciclaje tiene algo mágico: convierte lo olvidado en protagonista. Además, es una actividad ideal para hacer en familia, compartir con los niños o disfrutar en un momento de relajación. No se trata solo de embellecer el jardín, sino de resignificar los objetos que creíamos desechables. Y todo, con el simple gesto de no tirar a la basura lo que todavía puede inspirar vida.