¿Por qué nos cuesta tanto hacer ejercicio? No es por pereza ni falta de tiempo, según la ciencia

Como se ha repetido hasta el cansancio, realizar ejercicio físico es muy importante para nuestro bienestar y salud, pero quienes tienen este hábito no son mayoría en un mundo donde predomina el sedentarismo y la obesidad. Sin embargo, el hecho de no hacer deporte no tiene que ver con la pereza ni con la falta de tiempo, dos excusas para justificar la falta de esta actividad, pues para la ciencia hay una razón oculta detrás de este problema.

Distintos estudios y especialistas han indicado que la tendencia a la procrastinación, es lo que hace que nos cueste tanto trabajo hacer ejercicio, pues casi la mitad de estudiantes y un 25% de adultos se declaran procrastinadores severos y crónicos.

La procrastinación es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Según esta definición, podemos entender que aquellas tareas que son más susceptibles de ser postergadas son aquellas que no nos divierten.

Procrastinar produce ansiedad, depresión, estrés e insomnio, trastornos cuya frecuencia aumenta también si no se practica ejercicio, sin embargo, esta característica no es tanto un mal hábito sino que procrastinar es una batalla interna biológica entre el sistema límbico y la corteza prefrontal.

El sistema límbico es muy potente e incluye una serie de estructuras cerebrales relacionadas con la activación de las emociones, mientras que la corteza prefrontal se encarga de generar comportamientos complejos tales como el razonamiento, la resolución de problemas y la cognición social.

En la batalla entre estas dos áreas, procrastinamos porque el sistema límbico gana a la corteza cerebral, pues elegimos sentirnos mejor en ese momento, y una de las actividades que más pueden hacer procrastinar al ser humano moderno es hacer ejercicio, pues es percibido por muchas personas como frustrante, desagradable y aburrido. 

Aunque hay estudios que indican que después del ejercicio las personas experimentan un mejor estado de ánimo, mientras lo practican la sensación no es tan agradable, lo que explicaría porque a las personas nos cuesta tanto trabajo ponernos en movimiento.