4 frases que nunca debes decirle a un niño, según la psicología

El lenguaje que utilizamos con los niños tiene un poder profundo y duradero en su desarrollo emocional y psicológico. Los padres y cuidadores, a menudo, no son conscientes de cómo ciertas frases o comentarios pueden influir en la percepción que un niño tiene de sí mismo y del mundo que lo rodea. En un entorno donde las palabras pueden moldear vidas, es fundamental ser conscientes del impacto de lo que decimos.

Expertos en psicología infantil, como la psicóloga infantil María Andrea Bello Raffo, especialista en psicología clínica y de familia, habló sobre las frases que los adultos nunca deben decirle a un niño. Según Bello Raffo, los niños tienden a tener un pensamiento concreto, es decir, interpretan las palabras de manera literal y directa. Por eso, ciertas frases pueden afectar negativamente su autoestima, seguridad y relación con los demás. A continuación las frases que debemos evitar decir a los niños.

"Mira a tu hermano, él sí lo hace bien": no hacer comparaciones

Comparar a un niño con otros, ya sean hermanos, compañeros de clase o amigos, puede ser una de las maneras más dañinas de afectar su autoestima. Este tipo de frases no solo generan un sentimiento de inferioridad, sino que también pueden fomentar la competencia desleal y la rivalidad entre hermanos o compañeros. Es esencial recordar que cada niño es único, con sus propias fortalezas y debilidades, y las comparaciones solo dificultan su proceso de autoconocimiento y aceptación.

“Eres un desastre, todo lo haces mal": no hablar desde la negatividad

Las frases que son críticas o negativas, especialmente cuando se refieren a la identidad del niño, pueden tener un impacto devastador en su autopercepción. Este tipo de comentarios pueden hacer que el niño se sienta incompetente o no amado, llevando a una autoimagen negativa que podría acompañarlo hasta la adultez. Los especialistas recomiendan centrarse en la conducta y no en la identidad del niño, fomentando un diálogo positivo que lo motive a mejorar en lugar de desalentar.

"No llores, no es para tanto": no invalidar las emociones

Una frase aparentemente inofensiva como "no llores" puede transmitir al niño que sus emociones no son válidas o importantes. Invalidar los sentimientos de los niños puede llevarlos a reprimir sus emociones, lo que puede afectar su inteligencia emocional y su capacidad para manejar conflictos en el futuro. En lugar de invalidar, es crucial enseñarles a reconocer y gestionar sus emociones de manera saludable, proporcionándoles un espacio seguro para expresarse.

"Si no te portas bien, te voy a dejar sólo": no hacer amenazas

Utilizar amenazas como herramienta de disciplina no sólo genera miedo y ansiedad en los niños, sino que también afecta la confianza que tienen en sus padres o cuidadores. Estas frases crean un ambiente de inseguridad y pueden fomentar la desconfianza. En vez de amenazar, los expertos aconsejan usar límites claros y consistentes, acompañados de explicaciones adecuadas para ayudar a los niños a entender las consecuencias de sus acciones sin miedo ni intimidación.

Las palabras que usamos con los niños tienen el poder de construir o destruir. Es nuestra responsabilidad como adultos guiarlos con empatía, respeto y comprensión, asegurándonos de que nuestras palabras sean herramientas de apoyo y no de daño.