Educación
Toma aire antes de saber cuánto cobra un profesor de colegio público en Colombia
La vocación de enseñar en Colombia enfrenta un desafío económico: los salarios de los docentes públicos no siempre reflejan su esfuerzoEn un país donde la educación pública es la base para millones de estudiantes, ser profesor en un colegio oficial parece más una misión de vida que una opción financiera rentable. Aunque el discurso oficial suele hablar de "reconocimiento" y "formación de calidad", la realidad salarial de estos profesionales muestra una brecha que pocos quieren mirar de frente. Los docentes en Colombia, dependiendo de su escalafón, años de experiencia y títulos académicos, reciben sueldos que, en muchos casos, apenas alcanzan para cubrir los gastos básicos.
Una cifra que no deja respirar

Un profesor recién ingresado al sistema público colombiano, con título universitario pero sin especialización, comienza ganando alrededor de 2,2 millones de pesos mensuales. Parece aceptable, hasta que se comparan las responsabilidades que asume, el número de estudiantes por aula, el tiempo invertido fuera del horario escolar y, claro, el costo de vida en ciudades como Bogotá o Medellín.
A medida que el docente escala posiciones, por estudios de posgrado o por antigüedad, puede alcanzar un sueldo cercano a los 4,5 millones de pesos. Pero llegar allí no es automático: implica años de servicio, evaluaciones periódicas y una inversión económica que muchos no pueden asumir. Irónicamente, mientras más se forma el profesor, más sacrifica de su tiempo personal sin una garantía de recompensa proporcional. Y si se trata de zonas rurales, el panorama empeora: hay docentes que deben desplazarse durante horas para llegar a escuelas con recursos mínimos, ganando lo mismo, o incluso menor, que sus colegas en la ciudad.
Privado vs público: ¿quién gana la batalla del salario?

En el sector privado, el salario de un docente varía más por el tipo de institución que por la formación del maestro. Por ejemplo, un profesor de primaria en un colegio privado de Bogotá, bilingüe y con experiencia, puede devengar entre 3 y 6 millones de pesos, dependiendo del prestigio del plantel. Sin embargo, no todo es color de rosa: estas plazas son pocas, muy competitivas y, a veces, más exigentes en términos de carga horaria y resultados académicos.
Esto deja a muchos profesionales con vocación en una encrucijada: optar por la estabilidad de un puesto público, con todas sus limitaciones, o lanzarse al mundo privado, donde el salario podría ser mayor, pero también lo son las exigencias. Al final, más que una elección económica, ser docente en Colombia sigue siendo una apuesta por el futuro del país, aunque ese futuro aún les deba mucho.