Fondos públicos
Toma asiento antes de saber cuánto gasta el distrito de Bogotá para restaurar monumentos vandalizados
Aunque a simple vista parecen daños menores, las cifras reveladas por el Distrito exponen un fenómeno creciente que involucra cultura, protesta social y recursos públicos.La capital colombiana no sólo enfrenta desafíos de movilidad, seguridad o espacio público, también carga con un problema silencioso pero constante: el vandalismo a los monumentos históricos. En fechas clave como el Día del Trabajo, es común que durante algunas protestas se produzcan daños sobre estas estructuras. Lo que muchos desconocen es el precio que eso implica para la ciudad.
De acuerdo con datos entregados por la concejal Diana Diago, en 2024 el Distrito invirtió una suma sin precedentes para limpiar y restaurar monumentos deteriorados: más de 500 millones de pesos. Esta cifra no sólo supera las inversiones de años anteriores, sino que deja en evidencia una tendencia en aumento. En lo que va del año, se han restaurado 97 de los 109 monumentos intervenidos, superando en 37 el número del 2023.
Monumentos que más sufren el vandalismo
Entre los espacios más perjudicados por los daños están los ubicados en el centro de Bogotá. Las cifras del Instituto Distrital de Patrimonio revelan que hay estructuras que han sido objeto de intervenciones múltiples en un sólo año. La más afectada fue la estatua de Francisco de Paula Santander, con 13 intervenciones. También destacan:
- El buzón de correos en la avenida Jiménez: 6 veces.
- La estatua de Francisco José de Caldas: 5 veces.
- La estatua de Policarpa Salavarrieta: 4 veces.
- La estatua de Simón Bolívar: 4 veces.

Este patrón muestra cómo ciertos puntos históricos están en constante riesgo, no solo por factores climáticos o de desgaste natural, sino por la acción humana durante manifestaciones.
Restauraciones costosas y repetitivas
El aumento en la inversión durante 2024 incluso superó lo destinado en 2021, cuando el llamado “estallido social” dejó decenas de estructuras afectadas. En ese entonces se intervinieron 72 monumentos, mientras que ahora la cifra llegó a 109. Esta diferencia marca una tendencia creciente y preocupante, que se arrastra desde administraciones anteriores.

La concejal Diago señaló que muchos de estos monumentos están en “pésimas condiciones” y, en algunos casos, simplemente han desaparecido. Además, hizo énfasis en que estas obras forman parte del patrimonio cultural e histórico de Bogotá, y no pueden seguir siendo blanco de destrucción.
Este fenómeno desató un debate que divide opiniones. Mientras algunos consideran los grafitis como expresiones legítimas de inconformismo social, otros los califican sin ambigüedades como actos de vandalismo. En medio de estas visiones se encuentra la idea de espacio público, la libertad de expresión y el uso de recursos estatales.